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Yo amo, una obra en la casa de Bernarda


Yo tengo fiebre, dice corriendo a público una de las once personas de negro que nos reciben en este teatro sótano y guarida del —cada vez más— brillo de las marquesinas de Av. Corrientes.


Belisario Club de Cultura, un lugarcito en medio de Buenos Aires donde poder inventar cualquier cosa es una posibilidad que existe para intentar que lo de arriba no exista por un ratito.


Pero esa premisa que parecería cumplirse con solo bajar unas escaleras a un espacio perfectamente insonorizado no es un procedimiento tan simple. La realidad de afuera no para de filtrarse con la de abajo, y desde esa concepción de retazos o composición collage se funden los mundos de los intérpretes con el universo de Federico García Lorca, en un trabajo de meta-teatro que da luz a esta nueva obra: Yo amo.


Fotografía: Cristian Holzmann


Once intérpretes vestidos de negro en un espacio negro que están listos para empezar. Es por esta fusión personas-personajes que podemos ver a una Martirio bailarina, a una Magdalena alópata, a una Amelia lectora de Marx y Engels, a una Angustias que trabajó y se hartó en un café Aroma, a una Adela que desafía a Américo, quien coordina este grupo de teatro que interpreta La casa de Bernarda Alba, a otra Adela también desafiante, a un Pepe el Romano del conurbano convocado por mail para una obra en la que no participa por un malentendido del director, a una Poncia productora teatral, una María Josefa que pelea con el taxista y se enamora de una máscara en una danza, y a una Bernarda magistral que estructura la ficción de sus compañeros de teatro con un detalle precioso: no puede salir del personaje, como en la obra, en la vida.


Bernarda, interpretada por la actriz Adriana Menéndez, mantiene y guía la tensión de este juego entre realidad y ficción porque cada vez que aparece ella todas encarnan sus roles de La casa de Bernarda Alba. En una puesta de luces preciosa y un juego sonoro de percusión corporal, danzas, y de cachetazos y gritos que petrifican, Bernarda desafía a sus hijas, criadas y madre dominando la libertad de ellas hasta el final, como en la obra.


Fotografía: Cristian Holzmann


Yo tengo fiebre, dijo la actriz que interpreta a Martirio y no pude dejar de pensar en cómo esta trenza de acontecimientos que fusionan lo que pasa arriba, lo que pasaba en 1936 en España y en todos lados, lo que pasa hoy, lo que pasa en un trabajo en un café, en un grupo de teatro, lo que pasa en el amor o en las historias se combinan como un sueño en este espacio negro y posible.


Yo amo, es un trabajo colectivo dirigido por Marcelo Savignone, con interpretaciones de Leandro Arancio, Jesica Boladeras, Paula Botana, Aurea Cruz, Pilar Juaris, Mariana Judez, Adriana Menéndez, Florencia Otero, María Jimena Puente, Lucía Revello y Daniel Rocchia, iluminación preciada de Fernando Raíces, asesoramiento de vestuario de Mercedes Colombo, asistencia de dirección y colaboración artística de Tatiana Sarbia.


Yo amo es como irse a dormir después de haber estado varias horas en el mar, cerrás los ojos y todo lo que pasó te queda, como las alucinaciones en una fiebre, como una madre que encierra a sus hijas por un luto estricto, como un grupo de personas en un teatro en el medio de Buenos Aires invitándonos a ver cómo se hace y cómo se crea una obra de teatro.


Fotografía: Cristian Holzmann


Hicieron funciones los sábados 20hs en Belisario Club de Cultura.

Pueden ver su recorrido aquí.

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